Reducción de riesgos, innovación y sostenibilidad marcarán el futuro del sector turístico después de la pandemia
El presidente de la Asociación Española de Profesionales del Turismo, el máximo experto en este tema de la consultora KPMG, y el también experto y profesor de economía y empresa de la Universidad Oberta de Cataluña explican el futuro de los viajes.
Nadie duda de que el turismo cambiará tras el Covid-19, pero los expertos explican que este cambio se producirá en varias fases. Santiago Aguilar, presidente de la Asociación Española de Profesionales del Turismo (AEPT), apunta que “de manera inmediata vamos a ver cambios en los hábitos de viaje, con elección de destinos más cercanos y desplazamientos más cortos”. Mientras que “en la oferta, veremos cambios profundos en la manera de prestar los servicios, teniendo que ajustarse los proveedores a las medidas de reducción de riesgos socio-sanitarios, como la reducción de capacidad en los medios de transporte y de aforo en los hoteles, la disminución de uso de textiles, el cambio de estándares en los desayunos y zonas comunes, etc.”
No obstante, Aguilar entiende que “estas medidas serán temporales, y en cuanto se descubra una vacuna o un tratamiento efectivo iremos recuperando a buen ritmo nuestros hábitos anteriores, aunque la recuperación de la demanda irá inevitablemente ligada a la reactivación de la economía”.
Luis Buzzi, socio responsable del sector Turismo de KPMG, está convencido de que, tras la pandemia, en el sector del turismo se producirá un “cambio de paradigma que tendrá impacto en múltiples ámbitos, entre ellos la decisión de viajar, la elección de destino y medios, la digitalización e innovación, y la sostenibilidad y el retorno social”. A corto plazo, en los viajes de placer privados “la decisión de viajar vendrá muy marcada por la posibilidad de movilidad, la confianza y las posibilidades económicas y la incertidumbre que generará la recesión”. Y en el largo plazo, “sin duda, se recuperarán los mismos incentivos a disfrutar de los viajes y las experiencias que conllevan y, por tanto, la decisión de viajar seguirá siendo una opción preferida para disfrutar de los períodos vacacionales, y no prevemos un cambio de paradigma”.
Buzzi apunta que “en el largo plazo la elección de destino vendrá condicionada también por las garantías en términos de seguridad sanitaria y movilidad, así como la sostenibilidad del destino y sus establecimientos, que deberán ser socialmente responsables para que los clientes los consideren. Y esa sostenibilidad no solo será en la parte medioambiental, sino también en la aportación a la sociedad y el trabajo justo”. Además, añade que “la digitalización será fundamental para poder interactuar e influir en el cliente y reducir los pain points en su proceso de contratación e interacción con los agentes de la cadena de valor. Se pasará de un modelo transaccional (por ejemplo, de vender habitaciones) a un modelo relacional (vender experiencias)”.
A su juicio, “tecnologías como la visión computarizada con inteligencia artificial, cámaras termográficas y de seguimiento de clientes o aspectos relativos a la securización de transacciones para automatizar procesos a través de blockchain pasarán a ser una norma habitual en ese futuro”. Y, por último, asegura que “no habrá experiencias satisfactorias si no incluyen una aportación a la sostenibilidad, que será uno de los factores relevantes a la hora de decidirse por un destino”.
Recuperación a distintas velocidades
El experto en turismo Pablo Díaz Luque, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC), opina que “si no vuelve a haber repuntes de la incidencia de éste u otros virus, y la recuperación económica se otea en el horizonte, es de esperar una recuperación a distintas velocidades según segmentos de turistas, destinos y lugares de origen”. En todo caso, indica que “el virus tendrá consecuencias relevantes en varios sectores de actividad y en la propia labor del sector público, y ciertos modelos de negocio tendrán dificultades para sobrevivir”.
A juicio de Díaz, el sector público tiene en su mano una oportunidad muy significativa en dos planos. “Uno de sostenedor inicial y relanzador de la actividad del sector posterior. Las ayudas de supervivencia actuales y de soporte a la reactivación se manifiestan como indispensables”. Sin embargo, añade que “también tiene ocasión de significarse como un agente de regulación de una actividad más sostenible y de calidad a largo plazo”. Así, “la supervisión y vigilancia equilibrada de la actividad turística internacional debe ser aprovechada para promover un turismo más armónico, respetuoso y controlado”.
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