El mito del vampiro y el cine han estado vinculados a lo largo de los siglos XX y XXI en una relación simbiótica e ilusoria
Esta exposición es una oportunidad excepcional para sumergirse en el mundo de los vampiros y conocer las relaciones entre las diferentes facetas del vampiro, a partir de diferentes prácticas artísticas, de una manera que arrebata al espectador.
Exposición coorganizada por La Cinémathèque française y ”la Caixa”
A principios del siglo XX, la recién nacida industria cinematográfica se apropió rápidamente del mito del vampiro, surgido de antiguas supersticiones griegas y árabes, extendido en Europa Central durante la Edad Media y reforzado durante el siglo XVIII en escritos científicos y en novelas del romanticismo inglés del siglo XIX. La película expresionista Nosferatu (1922), de F. W. Murnau, una adaptación libre de la novela Drácula, de Bram Stoker, se convirtió en una obra fundamental de la relación entre el cine y el mito del vampiro. La película sienta las bases para una visión metafísica del cine como arte; el arte del embalsamamiento y la resurrección, el arte de la encarnación y la ilusión.
Desde entonces, el cine y el vampirismo han estado vinculados en su aproximación teórica sobre el personaje y representan dos facetas de una misma narrativa estética. Muchos de los grandes cineastas han sucumbido a la tentación de representar su propia visión del mito para transmitir algo sobre su práctica artística, como Dreyer, Browning, Tourneur, Polanski, Herzog, Coppola, Burton, Bigelow y Weerasethakul. Drácula es sin duda el vampiro más recurrente de esta historia cinematográfica, y ha contado con producciones en todo el mundo (Hollywood, Europa, México, Filipinas, Nigeria, Hong Kong, etc.).
La exposición reúne una selección de la vorágine de películas de fantasía que el mito ha propiciado, desde proyectos de vanguardia hasta blockbusters. Relata las tensiones entre el cine y este mito, consciente de las metamorfosis del vampiro que están intrínsecamente ligadas a las transformaciones del medio cinematográfico. Además de mostrar películas y obras literarias, esta exposición temática expone una selección de apariciones del vampiro en otras disciplinas artísticas, como los collages surrealistas de Max Ernst, algunos grabados de Los Caprichos de Goya, las inquietantes pinturas del artista contemporáneo Wes Lang o la icónica imagen de Drácula interpretado por Bela Lugosi usada por Andy Warhol en su litografía titulada The kiss.
El diálogo y los encuentros entre películas y obras de arte proporcionarán los fundamentos de esta exposición multidisciplinar, que coloca el cine como eje narrativo principal. Desde su primera aparición en el cine hasta las de la televisión en el siglo XXI, el vampiro ha seguido resurgiendo de las tinieblas y desafiando a sus admiradores con cuestiones de identidad. Ni muerto ni vivo, y fundamentalmente marginal, el mito del vampiro plantea la pregunta sobre la naturaleza de su ser. Y, consecuentemente, hace que los artistas se planteen la misma pregunta.
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