Dos veces han sonado las campanas de la Iglesia de San Andrés. Las especiales circunstancias de la pandemia, han hecho que se oficiase la misa en honor a San Blas, patrón de Albalate de Zorita, primero a partir de las diez de la mañana, y luego de las doce. De esta manera, ha sido posible que todos los albalateños acudieran, puesto que el aforo del templo había quedado restringido al centenar de personas. En otras circunstancias, no hubiera cabido un alfiler en la Iglesia, ni siquiera en la plaza del pueblo, a lo largo del día de los últimos días.
No se sabe, en Albalate, desde cuando se le profesa tanta devoción a San Blas, ni desde cuando existe su hermandad. El único dato encontrado al respecto es que en la antigua iglesia del convento de Cubillas o de Nuestra Señora del Cubo, el actual cementerio, existía un cuadro con la imagen del Santo. Lo que cualquiera que viva estos días del final de enero y principio de febrero en la villa alcarreña puede apreciar es que San Blas emociona a los cinco sentidos. Se vive con el corazón, y la gente sencilla lo tiene como un referente en sus vidas.
Antes y después de misa, sonaban los cohetes. Su estallido en el cielo limpio sobre el Tajo era este año un lamento por no poder celebrar la que, probablemente, es la tradición albalateña más sentida del año.
“Hoy, había en Albalate mucha tristeza por no poder celebrar san Blas como se debe. Damos las gracias a José María Rodrigo, nuestro párroco, por duplicar la misa. Al menos, hemos podido honrarle como nuestro patrón”, señalaba Alfredo Sánchez, concejal de Turismo de Albalate y devoto de San Blas, poco después de terminar la ceremonia, estos pasados días. “Ahora, estaría la plaza de la Iglesia llena de gente piropeando al Santo, como sólo saben hacer los albalateños”, añadía también, haciendo referencia a uno de los momentos que, de todos estos días, más echaba en falta.
En todo momento se ha guardado la necesaria distancia de seguridad, algo de lo que se han ocupado los voluntarios de Protección Civil, siempre diligentes en la organización de los eventos y en facilitar su celebración en las condiciones que requiere el tiempo de pandemia que vivimos. Bajo la sobresaliente portada plateresca de San Andrés, además de suministrar gel hidroalcohólico, también entregaban una entrada, con el fin de controlar el aforo en las condiciones establecidas.
El olor a caridad, el silbido y posterior ruido de las explosiones y su humo delator, los colores rojos y amarillos de los botargas-danzantes, el redoble de tambores y castañuelones, las emociones y lágrimas, y la devoción de todo un pueblo. Todo estaba hoy contenido en la ilusión albalateña por poder celebrarlo en 2022. Eso sí, “nunca con más ganas, porque cada año, San Blas, es lo más grande. Se canta, se baila, la gente lo vive. Por eso, este año está siendo tan duro. La alegría no está en los corazones. Lo estamos pasando mal, los albalateños en general, y los botargas en especial. Por eso, le hemos pedido que se vaya la pandemia. Y estamos seguros que así será, queda muy poquito”, señalaba Antonio Hidalgo, uno de los botargas-danzantes, miembro de la cofradía del Santo. Después de misa se quedó largo rato mirándolo.
Ese mismo sentimiento contenido podía verse en la mirada que cada albalateño le dirigía a la imagen de su patrón, en el altar de la iglesia. Engalanado de flores, a sus pies no faltaba detalle. Allí estaban las cachiporras de olivo, que no han aporreado este año las puertas; los castañuelones, que se han quedado mudos; las caridades o bollos típicos de este día, que tampoco se han podido elaborar este año como es costumbre; y los trajes de botarga, etc.
Consciente de la necesidad que el pueblo tenía de darle sus vítores al santo, el párroco local, José María Rodrigo, permitió que se hiciera en misa. Arriba, en el coro, los integrantes del grupo Albazor cantaban con la devoción y sentimiento a su patrón con el que solo pueden cantar los albalateños.
Christian Villanueva, un año más, le ha recitado al patrón de Albalate la poesía que su abuelo, Valentín de Lucas, le decía igualmente, hasta que falleció siendo el vecino de mayor edad que se ha vestido de botarga en Albalate.
Y, pese a que no salió el Santo en una de las procesiones más hermosas de la provincia, si sonaron, siquiera unos minutos, los tambores en la plaza de la Iglesia, con la debida distancia entre unos y otros. Uno de los mayores, no pudo contener sus ganas de bailar.
Mientras tanto, en el interior del templo, los albalateños desfilaban para trasladarle su sentimiento al Santo, honrar su reliquia, en la distancia, y para recoger su estampa en este 2021. Sonaron los últimos cohetes, y también las voces del pueblo '¡Viva San Blas bendito!' En eso se ha resumido una procesión que suele durar tres horas. Lo hondo de las miradas, lo decía todo.
“Hoy, tomando ejemplo de San Blas, nos toca a nosotros luchar por el amor a la vida, desde el respeto y la prudencia. Sabemos que el de este año es un San Blas raro y extraño, pero es que el mundo está raro y extraño. Volverá la primavera, el verano, y con ellos la vida al pueblo de Albalate y al mundo. Vida como la que dan estos tambores a nuestros corazones, como la que nos da la devoción que sentimos por San Blas Bendito a los albalateños”, decía esta mañana Alberto Merchante, alcalde de Albalate de Zorita. “En 2021, sólo hay celebraciones religiosas. Esperamos que, el año que viene, todo haya cambiado. Mientras tanto, ¡viva San Blas Bendito!", añadía Sánchez.
Tampoco el día 2 de febrero se pudo celebrar la festividad de la Virgen de las Candelas. No hubo procesión, con su típica vuelta a la Tercía , antiguo pósito que está frente a la Iglesia. Aunque sí hubo, también, celebración religiosa para que, al menos todos los niños y niñas nacidos entre un dos de febrero y otro, fueran presentados a la Candelaria, pasando bajo su manto. Tres de los hermanos de esta Cofradía, que también la tiene la Candelaria, le ofrecieron una tarta, una jarra y una toalla y una pareja de palomas o tórtolas, lo mismo que hicieron San José y María en la presentación del niño en el templo. Se echó en falta el olor a caridades, y luego, por la tarde, tampoco se pudo hacer su reparto.
Posteriormente, el día 4 de febrero, San Blasillo, hubo misa en honor de los hermanos difuntos de la hermandad de San Blas. Finalmente, el 5 de febrero, estos días de no fiesta en Albalate se cerrarán con el oficio religioso de Santa Águeda.
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