La digitalización en las aulas ha llegado para quedarse. El aprendizaje apoyado en herramientas y recursos digitales es una tendencia en auge. Y se prevé que aumente un 10,26% anual hasta 2023, según un informe elaborado por Docebo
Sin embargo, según el informe ‘Programación, Robótica y pensamiento computacional en el aula’ del Ministerio de Educación, únicamente el 10% de los centros de nuestro país cuenta con dispositivos digitales en las aulas, un dato que parece no adaptarse mucho a las nuevas necesidades educativas. Por ese motivo, la consejería de Educación ha puesto en marcha el Plan PRODIGI-e, centrado en la transformación digital del sistema educativo con una inversión de 46,2 millones de euros que se destinarán a equipar las aulas y comprar dispositivos durante este curso y en el periodo de 2024 a 2025.
Los líderes tecnológicos de las instituciones educativas quieren implementar lo antes posible medidas que permitan el paso real a la digitalización de la enseñanza, ya que el 95% considera que los dispositivos móviles en el aula ayudan a ofrecer al alumnado una experiencia de aprendizaje más personalizada, según un estudio de Fujitsu.
Al mismo tiempo que se está apostando por la digitalización, uno de los debates que más preocupa a los padres es el control del uso de esta tecnologías en el aula. Debido a esta situación, y con los antecedentes de Francia, en 2019 la Comunidad de Madrid informó sobre la prohibición del uso de teléfonos móviles en los colegios públicos y concertados a partir del curso lectivo 2020-2021, algo que solo se ha regulado en Madrid y Galicia, por el momento.
“Para dar una buena educación es importante entender las necesidades de la Generación Z. El problema no es la tecnología, sino el uso que se hace de ella” declara Eduardo Cruz, CEO y co-fundador de Qustodio. “Prohibir los dispositivos dentro de las escuelas no es la solución, los beneficios que pueden reportar a los menores son innumerables, simplemente necesitamos darles una buena educación digital”.
La Generación Z no entiende la vida sin tecnología, ya que son nativos digitales, multipantallas y prefieren la formación experimental, interactiva y práctica. Conscientes de sus ventajas, desde Qustodio, plataforma líder en seguridad online y bienestar digital para familias, han elaborado una lista con los 7 mitos que rodean el mundo del e-learning y que los datos demuestran que no son ciertos:
1. Bajada del rendimiento. Son muchas las personas que creen que al estar frente a una pantalla los menores no dedican el tiempo que deberían a realizar sus tareas o estudiar, pero los estudiantes retienen entre un 25% y un 60% más de información cuando estudian de manera digital, de acuerdo con el Foro Económico Mundial, ya que el e-learning requiere entre un 40% y un 60% menos de tiempo para aprender.
2. Leer en papel favorece la comprensión lectora. Según el informe PISA, 1 de cada 4 menores termina su escolaridad sin tener una buena comprensión lectora y, por ese motivo, el 50% tiene problemas de aprendizaje. El sistema tradicional no cumple con las necesidades de los estudiantes, por eso, apoyarse en apps para realizar actividades relacionadas con los textos aumenta la efectividad del aprendizaje en un 75%, de acuerdo con la pirámide de aprendizaje de Edgar Dale.
3. Mejor en papel que en pantalla. Muchas veces, aunque no se crea, ver un vídeo puede convertirse en la forma más eficiente para entender algo, por lo que pasar un rato en YouTube no tiene por qué ser una pérdida de tiempo. De acuerdo con los datos del Ministerio de educación, el 95% de los jóvenes usa Internet para encontrar vídeos informativos y aprender. Es una manera gráfica y mucho más visual que hace que los menores presten una mayor atención y se encuentren en un entorno más interactivo.
4. Las calculadoras y aplicaciones de matemáticas no deben ser un recurso didáctico. Las matemáticas son, para muchos, una odisea, pero existen numerosas herramientas que facilitan a los alumnos su aprendizaje. Usando apps destinadas al desarrollo de la lógica y las matemáticas, pueden llegar a mejorar sus notas en un 83% y su capacidad de lógica y de resolución de problemas en un 94%, de acuerdo con datos de Smartick.
5. Aumento de las faltas de ortografía. Las redes sociales están repletas de faltas de ortografía y las “h”, aparte de mudas, se han vuelto invisibles. Las nuevas generaciones adaptan el lenguaje escrito al hablado, pero eso no es aplicable en el entorno académico. De hecho, según datos de la Universidad de Alcalá de Henares, el 88,5% de los jóvenes afirma que no cuidan la elaboración de sus textos al escribir en dispositivos móviles, pero sí lo hacen en sus trabajos escolares.
6. Los menores realizan menos consultas. Las enciclopedias en papel se han quedado en los museos y en sustitución, cada joven lleva en su bolsillo un sinfín de conocimiento instantáneo. Un estudio realizado por Google, FAD y BBVA, revela que un 89,9% de los adolescentes disponen de un teléfono móvil. El uso de estos dispositivos hace que los jóvenes escriban, lean y reflexionen más sobre la lengua, porque están continuamente expuestos al público y vigilan más la calidad lingüística.
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