Las recientes oleadas de calor, con una subida del mercurio más altas de lo habitual en estas fechas, provocaron un adelanto en el ciclo fenológico de la planta. Según técnicos y agricultores, la floración y el cuajado de la baya han llegado a la vid con varias semanas de antelación, lo que podría provocar una alteración en los ritmos de maduración de la uva estivales con un probable descenso en la producción de la cosecha en caso de mantenerse el calor de forma prolongada
Cierna con merma productiva
La llegada inesperada del calor con una subida del mercurio, muy por encima de lo normal, ha motivado un estrés hídrico en la vid más propio de la canícula. Todo ello se traduce, según algunos viticultores consultados, en un cernido irregular o incompleto, con reducción de volumen productivo, aunque también hay que reseñar que la brotación fue excelente, sin incidencias y con buena muestra. Por ejemplo, en La Mancha toledana, José Luis Santiago, vocal del Consejo Regulador y Presidente de Bodegas Latúe, de Villanueva de Alcardete (Toledo), cree que el “excesivo calor en la cierna ha motivado una reducción en las previsiones de cosecha de hasta un 10 %”.
Valoraciones que coinciden con la apreciación técnica de expertos en La Mancha conquense, donde también se ha visto afectado el cuajado de los racimos. En El Provencio, donde afirman que se han alcanzado en esta última semana máximas cercanas a los 41˚, (algo inusual para esta época del año) “la floración fue muy buena, pero después la cierna no tanto, con variedades muy adelantadas como la blanca chardonnay que han visto reducido su potencial productivo de cosecha hasta en un 15 %”, aunque sin deterioro de la calidad, sino todo lo contrario. En opinión de David Víllora, técnico de campo de Bodegas Campos Reales “el viento solano fue determinante en los últimos días” para una planta que agradeció mucho las lluvias previas a la brotación. De hecho, según balance climatológico mensual de la AEMET, el mes de abril de este 2022 fue “húmedo en Castilla la Mancha, con una precipitación media de 67.0 l/m², valor que representa el 122 % del valor de referencia (periodo 1981/2010).” “El aspecto de la masa foliar de la planta es muy bueno, como si estuviéramos en julio pero sin aspecto de desecación todavía”. No obstante, habrá que ver la evolución, ya que “el campo lleva más de un mes sin recogida de precipitaciones.”
En el caso de San Clemente, desde bodegas Puente de Rus, apuntan a una “transición de los estados fenológicos demasiado rápida con estos calores, lo cual puede ser contraproducente en la vid.” Aquí, “la floración ha llevado más retraso”, según Rus Aroca, técnico agrícola de la bodega conquense.
Buen estado sanitario de la vid
No obstante, aunque aún es pronto para determinar los ritmos de maduración y cantidades y proporciones graduales de cosecha, se constata, de manera generalizada, un buen estado sanitario de la vid en los viñedos de La Mancha, con predisposición natural para la ausencia de enfermedades fúngicas.
Como afirma, por ejemplo, José Jaime López-Lozano, director técnico en Bodegas Ayuso, Villarrobledo (Albacete), “el tratamiento que pueda estar dando a las viñas es solo preventivo, ya que a día de hoy, no se han visto enfermedades de ningún tipo”.
Coincide con Fernando Villena, viticultor de Asaja, Presidente de Vinícola de Tomelloso (CR) y Vicepresidente II de la Denominación de Origen La Mancha, quien asegura que, “aunque pudo haberse visto influida por las altas temperaturas en mayo, en general, las condiciones han sido óptimas para la floración y el cuajado”.
En parte, también ha podido influir un tramo inicial de la primavera con buenas precipitaciones en el mes de marzo y abril, que al menos, pudieron reponer las reservas hídricas de la planta tras un invierno seco.
Ritmos dispares según variedades
Si bien la formación y cuajado de los racimos es ya visible en gran parte de los viñedos manchegos, se aprecia una ritmo irregular en el tiempo según variedades. Así, el variedades de brotación temprana como la propia tempranillo (cencibel) u otras de ciclo temprano, como la verdejo, chardonnay o moscatel presentan una formación de la baya ya configurada, en otras como la airén su retraso es evidente, siendo tradicionalmente la variedad que se vendimia más tarde en La Mancha.
En condiciones normales, el envero, como estadio final, llegaría para finales del mes de julio, con una preparación de cara a la vendimia en las variedades más tempranas en las primeras semanas de agosto. Fechas, a día de hoy, difíciles de pronosticar, en el tiempo, tras el adelanto estival, con una respuesta de incertidumbre de la propia planta ante lo que resta de estación veraniega, y su capacidad de resistencia (especialmente el secano) si continúan este ritmo de temperaturas en los próximos meses.
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