Hasta el próximo 14 de agosto se puede admirar en la Demarcación de Cuenca del COACM (Bajada de San Martín, 5) una exposición de 23 cuadros, en diferentes formatos, de la autora Luisa M. Vallejo
En la muestra, la pintora dialoga con la obra poética de Rafael Escobar. El resultado es una exposición en la que no se puede desunir la obra pictórica de la poética. “Empecé a trabajar con Rafael cuando me encargó la portada de un su último libro de poesía, 'Lover, lover, lover'”, cuenta Luisa. El libro, publicado por Tigres de Papel, es una incursión en la poesía amorosa de quien es uno de los autores de referencia en la joven poesía española. La maravillosa portada refleja la complicidad que surgió entre ellos desde el primer momento. “Me resulta natural traducir sus textos a mis imágenes”, certifica la escritora.
Así, una noche de este invierno, en animada conversación de Rafa y Luisa, en la que estuvo presente otra amiga, surgió el tema de la fascinación que la pintora siente desde hace años por los laberintos, “que encontré desarrollada en un libro sobre jardines, 'Jardinosofía', de Santiago Beruete.
Para Luisa, el laberinto es “la representación de los caminos que no sabemos dónde nos llevan, los que no van a ninguna parte, encontrar el camino que te lleva tu desarrollo espiritual o a encontrar tu meta…, tener que dar la vuelta si no hay salida, las emociones que afrontamos en el recorrido, y saber que cuando sales del laberinto, lo haces como una persona diferente a la que entró, pues la experiencia de recorrerlo te cambió al volverte sobre ti mismo”.
El siguiente paso de escritor y pintora fue aunar sus lenguajes a modo de diálogo, conscientes ambos de que comparten “jardines interiores”.
Rafael seleccionó para Luisa una antología de sus poemas, que analizaron conjuntamente. “Había que traducirla. Él, es un poeta complejo, simbólico, abstracto, no es narrativo ni descriptivo, por lo que teníamos que encontrar un punto de encuentro”, sigue Luisa, que, sin embargo, no dejaba de sentirse identificada con sensaciones y vivencias propias en los versos elegidos.
La pintora tradujo en cuadros los poemas y, como sus sensibilidades están en sintonía, se produjo la reciprocidad: Rafael se vio reflejado en la pintura. “Todo esto encajaba dentro de un trabajo más amplio en el que ya estaba inmersa, precisamente sobre los laberintos y los jardines interiores”, sigue la pintora, pero la exposición se quedó con el título de la conversación que le dio origen 'De laberintos, jardines y poesía'.
Algunos de los cuadros son abstracciones sobre sensaciones, cosas intimas, pensamientos o estados de ánimo. Otros son simplemente un juego con el espacio. “El laberinto tiene una simbología compleja, desde muy antiguo, con la que yo me sentía cómoda. En un momento concreto de mi vida, ante las dificultades, me venía trabajar a partir de los laberintos, y así salió la exposición. El laberinto es una representación del recorrido del hombre en su vida, de su camino espiritual”, añade Luisa.
“Creo que, tanto a María Luisa como a mí nos complace, el haber planteado, con esa inconsciencia que tienen los gestos mínimamente subversivos, un “anti-jardín” poético. Cuyo sentido no es la clausura sino la aspiración al diálogo, a la comunicación fluida entre artes similares pese a la diversidad de sus códigos”, explica por su parte Rafael.
La relación con la demarcación de Cuenca del COACM, viene por el tratamiento de los espacios que se da en los laberintos, materia común con la Arquitectura. “Los espacios físicos también tienen implicaciones emocionales. En la demarcación de Cuenca del COACM, el espacio de la exposición refuerza la idea con la que fue creada”, termina Luisa.
El ejercicio reflexivo en el mundo de la Arquitectura, supone el primer estado de creación antes de acometer una obra o solución arquitectónica, y esta exposición no podía estar en mejor lugar, para invitar a todos los arquitectos en el ejercicio de su profesión a volver al origen y atreverse a imaginar e impulsar la creación que ya se les supone.
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