Los trabajos arqueológicos realizados en el entorno de A Muradella durante este último mes de julio pusieron de manifiesto el misterio que rodeaba a esta colosal estructura situada en lo más alto de la Sierra do Moncai, entre los ayuntamientos de Pobra do Brollón y Monforte de Lemos
Las características de esta gran acumulación de piedras de cuarcita hicieron a los investigadores barajar dos hipótesis diferentes: la existencia de algún tipo de estructura medieval de naturaleza defensiva, o que, por el contrario, se tratara de un monumento megalítico vinculado al final de la Prehistoria. El equipo, dirigido por el arqueólogo de la Universidad Complutense de Madrid, Rodrigo Paulos Bravo, está formado por profesionales de varias instituciones españolas y portuguesas, como la Universidade Nova de Lisboa o el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Aunque los trabajos de campo permitieron recopilar un gran número de indicios que apuntaban directamente a una de las dos opciones, ha sido la reciente datación por radiocarbono (el bien conocido Carbono 14), recogida bajo la supervisión de Cruz Ferro, edafóloga del Instituto de Ciencias del Patrimonio (INCIPIT-CSIC), la que ha terminado definitivamente con el misterio. La muestra, tomada de un nivel de incendio inmediatamente anterior a la construcción del monumento, y en directo contacto con este, ha arrojado una fecha de comienzos del tercer milenio a.C. (entre el 2900 y el 2700 a.C.). Esto, unido a los resultados de los trabajos de excavación, permite afirmar con rotundidad que A Muradella es en realidad una estructura megalítica conocida como cairn. Estos cairns son túmulos (enterramientos prehistóricos) que, a diferencia de las mámoas o medorras de tierra, tan conocidas en el entorno, están construidos íntegramente por la acumulación de piedras.
Aunque A Muradella no es el primer cairn conocido de Galicia, sí que se trata, por sus características, de un monumento único. En primer lugar, su cronología, mucho más antigua que los cairns conocidos en el entorno, está relacionada con los últimos picos de megalitismo atlántico, ocurridos en torno al cambio del IV al III milenio. Por otro lado, su tamaño, de unos 16 metros de diámetro y unos 3,5 metros de altura, dista mucho del de los encontrados en la Serra do Xistral (Lugo). Por último, la existencia de una cámara central donde se ubicarían los restos humanos hoy desaparecidos en A Muradella, también lo diferencia de sus paralelos más próximos, como Outeiro de Gregos 5 y la Mámoa 4 de Meninas de Crasto, situados en la portuguesa Serra da Aboboreira; ambos cairns sin ningún tipo de estructura central.
Más allá de los aspectos puramente estructurales, la situación geográfica de A Muradella, en lo más alto de un gran promontorio con una total visibilidad de las cuencas de Lemos y Bóveda/Brollón, lleva a los investigadores a plantear la posibilidad de que se trate en realidad de un emplazamiento buscado, como eje vertebrador y simbólico de un territorio, algo muy observado y estudiado en el megalitismo del norte del Atlántico.
De este modo, y junto a otros argumentos arqueológicos presentes en el noroeste peninsular, A Muradella se alza como el reflejo de una aparente continuidad del influjo atlántico en el territorio durante el Neolítico Final (entre el 3300 y el 2500 a.C.), haciendo ver lo importante que es profundizar en la investigación de este crisol de influencias que es la Terra de Lemos.
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