El ganadero de la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia Daniel Ramos, comparte sus declaraciones del documental Tardes de Soledad
Albert Serra, director de la cinta -catalogada como “cine de autor”-, se metió en el bolsillo al jurado del prestigioso premio internacional del séptimo arte el pasado sábado, cuando se dieron a conocer los galardones de la edición 2024, que hace la número 72.
La película, con el diestro Andrés Roca Rey como protagonista, no es una oda a los mejores pasajes taurinos, sino un recorrido a través del interior de una plaza de toros y de la intimidad de sus protagonistas, toro y torero, aunque hay una ventanita por la que se cuela el ganadero de la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia (RUCTL) Daniel Ramos, cuyo papel ha sido uno de los más destacados en el resultado final de la cinta.
Y es que, en el documental “Tardes de Soledad”, esta casa de toros bravos ha jugado un papel central. “Un día, Salvador Boix, apoderado de José Tomás, me llamó, y me pidió que echara una mano en el rodaje de un documental. Como es amigo mío, le dije que lo hacía encantado, y nos puso en contacto al equipo y a mí.
La implicación entre el director, el equipo técnico y toda mi familia (mis hijos Hugo y Héctor, mi mujer, Yolanda), ha sido total, con un feeling extraordinario desde el primer momento”, nos cuenta el ganadero, que nos ha revelado uno de los grandes misterios que guarda esta filmación: el de los efectos de sonido.
“Tras estar junto a Roca Rey casi tres años, no podían terminar la película, porque les faltaban los recursos de sonido: las pisadas de los toros cuando salían a la plaza, cuando remataban en los burladeros. Y, sobre todo, el sonido más importante: el de la respiración del toro. El segundo día que vinieron, quitamos los cencerros a los animales, y cualquier cosa que pudiera producir ruido. Ya por la noche, cogimos un manso de unos 500 kilos, y le pusimos dos micrófonos: uno delante y, otro, detrás. Yo me puse a dar vueltas por mi plaza de tientas, que tiene 35 metros, y estuvimos allí más de tres horas, hasta que conseguimos las pisadas del toro”.
El documental o película -sería difícil catalogarla taxativamente en sólo una de estas acepciones-, no tiene guion alguno, como nos explica el ganadero. “Tardes de Soledad me parece un revulsivo, cinematográficamente hablando. Creo que Serra ha hecho un cañón de película. Los diálogos son las conversaciones que Roca Rey tiene con su cuadrilla, con su apoderado, con su mozo de espadas. Pude estar el día del estreno. No sé, allí había muchísima gente, y todos en un silencio sepulcral. Todo el mundo del cine callado, y mirando muy atentos. Cuando acabó la película, el aplauso fue unánime”, nos confiesa Ramos.
“Es una película en la que, a veces, ves la imagen del toro, pero no ves al torero. Otras, ves al torero, pero no ves al toro. Y, en alguna, ya ves la composición de toro y torero. Esto lo explico porque no es una película cien por cien taurina, o un documental del que los taurinos puedan esperar otra cosa. Ahí radica la grandeza de lo que ha hecho Serra, en que no ha escondido nada. Se exponen los tres tercios tal y como son, sin excepciones. Igual que pasa después de una corrida de toros, habrá a quienes les guste y a quienes no, pero yo veo que Tarde de Soledad es algo único. ¡Fíjate si lo es, que ha ganado la Concha de Oro!”, exclama emocionado.
“Cuando terminaron de trabajar en casa, me dijeron: “Después de todo esto, ¿qué se debe?”. Yo les dije que el coste era cero, y sólo les pedí dos cosas: que el nombre de la ganadería y la ubicación de la finca aparecieran en los créditos finales, y que nos invitaran el día del estreno. Lo cumplieron a rajatabla, y ahí estuvimos mi mujer y mis hijos, en la alfombra roja, con el equipo técnico, y con el apoderado de Roca Rey, Roberto Domínguez”.
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