Hablemos de caza; cultura, sostenibilidad y equilibrio agrícola


| Ignacio Isidoro Benítez |

Es bueno conversar sobre actividades rurales que no sólo demuestran tradición y singularidad, sino... una cultura arraigada con siglos de tradición; diríamos, saludable. Más que una actividad en núcleos rurales, la caza es sin duda el arte de la venatoria. Una manifestación social y cultural que el hombre desarrolla desde el comienzo de la humanidad. Y, pese a la evolución humana, la caza, con el paso del tiempo ya no solo se ha convertido en un modo de vida, sino que representa y es la optimización de los ecosistemas gracias a la mano del hombre. Tan sólo tres valores que ponen de manifiesto lo cinegético: cultura, sostenibilidad y equilibrio.

Hablar de cultura en el siglo XXI es ahondar en los orígenes de la civilización humana. Si nos damos cuenta, todo aquello que nos rodea es puramente cultural. La evolución humana ha desarrollado conceptos, técnicas, investigaciones y puesta en marcha de infinidad de proyectos; todos y cada uno de ellos han tenido una base cultural, para que con el paso del tiempo, su desarrollo e implementación con nuevos sistemas ha sido legado de generación en generación. Creo, que deberíamos de forma personal, cada lector, echar un vistazo hacia atrás; si nada se ha erradicado anteriormente, es debido al claro equilibrio entre el hombre y la naturaleza, de forma respetuosa y sostenible.



Caza y cultura, binomio entre el campo y la mesa

La relación hombre - fauna es sin duda pasión montera. El respeto por los entornos naturales y la responsable utilización de los recursos, hace de la caza una actividad que va en consonancia hacia la preservación y conservación - más adelante veremos el concepto "sostenibilidad". Los animales silvestres, comúnmente denominados entre los monteros fauna cinegética, son una fuente inagotable de riqueza paisajística y gastronómica. De las perspectivas que nos ofrecen en sus ecosistemas a los emplatados más codiciados de nuestra gastronomía popular.

La carne de caza, rica en agua, proteínas, grasa, minerales y energía; desde la caza menor a la mayor destacando el conejo, liebre, perdiz, codorniz, al ciervo, gamo, jabalí y corzo entre los más destacados. Profesionales del ámbito de la salud y la nutrición, cada vez recomiendan más en los planes de dieta los beneficios y condiciones saludables de la carne silvestre. Es, sin lugar a duda, un factor determinante que deberíamos tener muy presente.


Sosteniblidad, imprescindible para su perpetuidad

Gran palabra la que nos aborda socialmente, sosteniblidad. Aunque si ponemos, nuevamente, de manifiesto que anteriormente hemos comentado sobre la cultura y la evolución humana, podríamos destacar que aquello que es sostenible es todo aquello que tras un proceso de evolución histórica desde su origen, se mantiene gracias a su conservación progresiva y más, si ponemos en valor, la capacidad medioambiental que adquiere el medio natural. Por ello es importante la actividad cinegética, para la regulación óptima de las poblaciones faunísticas sin llegar a producirse una superpoblación.

La caza favorece al medio; equilibrio entre flora y fauna. El sustento vital de los animales silvestres, en su mayoría son los frutos del propio ecosistema; bayas, brotes verdes, frutos rojos, bellota, hongos, entre los más destacados son el aporte nutricional principal de animales como el ciervo, jabalí, corzo, cabra hispánica, gamo. Otros, como el zorro y el lobo, son carnívoros cuyo sustento son ciervos, corzos, conejos, y liebres, señalando los más notorios.

Sostenibilidad es, pues, la gestión responsable de las poblaciones cinegéticas, para que el medio en el que se encuentran sea el recurso y la fuente de vida optimizada para su reproducción y vida, evitándose así competencias y rivalidades de la fauna por la súper población de las especies en el entorno natural. Esto es un punto determinante y esencial; aunque sean animales silvestres, debemos no sólo de mantener el ecosistema, creando cortaderos y limpiando de maleza los montes - para evitar la propagación de incendios forestales -, sino, también e imprescindible para controlar de forma óptima la carga de ganado silvestre y gestionar la territorialidad sana de las especies.

El territorio es vital, pero más, la reproducción de la fauna. Pongamos como ejemplo uno de los animales más queridos  por los monteros, como es el corzo. Tan sólo una leve alteración en el número de poblaciones, y el duende se viste de gala; La peluca del corzo, es sin duda, objeto de la rivalidad en el territorio debido a la súper población y a la mala gestión de la Administración para su control mediante precintos de caza. Si en óptimas condiciones demográficas un corzo necesita de una superficie de 50 hectáreas para su desarrollo y reproducción normal, sería un disparate observar una población de 50 ejemplares en 1.000 hectáreas; de espectacular belleza que nos ofrece las instantáneas del corzo allá donde se le divisa, no es sostenible ver una carga demográfica que altere su propia reproducción animal.

El corzo tiene un carácter de denominación territorial importante para su gestación, vida y reproducción. Pero la rivalidad del territorio tiene consecuencias en su desarrollo óptimo. Las peleas entre ellos debido a la súper población provoca enfrentamientos dolorosos; las luchas por la gran densidad demográfica produce pinchazos entre ellos en los cuartos traseros, produciéndose el desgarro del testículo. La pérdida de parte del aparato reproductor - monorquidia - hace que el corzo no desarrolle sus cuernas de forma sana; la rotura del testículo por la rivalidad trae consigo que no llegue a echar la correa - pelusa de la cuerna en su desarrollo anual - al 100%. La falta de hormonas le otorga escasa fortaleza en el descorreo de su singular cornamenta, desarrollándose una protuberancia en forma de peluca.

De la misma forma, la reproducción del jabalí es abismal. Si no se controla su población y por tanto gestión cinegética, puede incluso llegar a provocar grandes y aparatosos accidentes; Con un recorrido diario de más de 40 kilómetros, estos animales en demografías descontroladas son avistados en cualquier localización visible como cortaderos, caminos, incluso carreteras y ciudades. 


Agro - cinegética, equilibrio medioambiental

El hombre y la fauna siempre han sido dos factores esenciales para la vitalidad del medio, y más cuando comparten territorios con otros animales y / o actividades agrícolas. Volvemos a mencionar la palabra optimización, pero es importante. Optimizar el medio es controlar los zorros en el entorno, puesto que puede ocasionar bajas ganaderas en el sector ovino, bovino y caprino. El lobo, ídem de lo mismo. Pero el ganadero necesita del agricultor para el sustento de su ganado; del cereal se empaca la paja, y esta sirve de alimentación constante al ganado.

El cereal es el mayor atractivo gastronómico de diminutos animales cinegéticos, como es el conejo. En una masificación y por tanto descontrol y súper población de conejos, la producción de cereal merma, y el agricultor tiene que asumir, desgraciadamente, pérdidas a veces hasta millonarias en sus campos de cereal; y del cereal, comemos todos - pan, bollería, cerveza, pasta -.

La caza del conejo, es sin duda, no sólo un alivio agrícola, sino una medida de control de sus poblaciones y que de forma sostenible y equilibrada, los agricultores puedan desarrollar su actividad en el campo. Sin mermar producciones, y sin erradicar especies; simplemente un término medio para de forma sana establecer el equilibrio ambiental silvestre y agrícola.



La responsabilidad de los ecosistemas se basa en el equilibrio, que de forma natural ayude a agricultores y ganaderos desarrollar sus actividades de campo en consonancia a las poblaciones óptimas de fauna silvestre. La caza, es un medio de control natural, que como manifestación cultural tradicional, es un importante valor social de sus tres eslabones fundamentales; desarrollo cultural y rural, gestión sostenible demográfica de la fauna, y el equilibrio sano junto a actividades agrícolas y ganaderas.

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