En la mitología romana, Fauno es el Dios de los pastores y rebaños, pero también el Dios de la fertilidad y de la sexualidad masculina; se dice que se dedicaba a perseguir a las ninfas de los bosques en busca de sus favores
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El fauno era cazador, curandero y músico y representaba a toda la naturaleza salvaje, a la potencia generadora de la naturaleza, símbolo de la actividad sexual irreprimible e insaciable, así como la dimensión instintiva de los seres humanos. También se le atribuían dones proféticos. Fauno era llamado Lupercus "quien protege del lobo" por proteger el ganado, con lo que al final los dos nombres acabaron fundiéndose en Faunnus Lupercus.
Los romanos presentaban a Fauno como un personaje rústico, que apenas se cubría con una piel, pero también era un personaje que denotaba su alcurnia con la exhibición constante de una corona real sobre su potente cabeza, a la vez que mostraba su poder y generosidad, exhibiendo un cuerno de la abundancia, una cornucopia de la que salían los frutos que la naturaleza derramaba sobre los hombres piadosos que le respetaban y veneraban.
Posterior a la figura en la cultura romana, se asimiló a Fauno con el Dios griego Pan. Para la tradición griega, Pan, antiquísimo Dios silvestre, era el hijo de Zeus, y de la Ninfa Dríope. Su madre huyó en cuanto lo vio, pues el recién nacido era deforme; tenía pies y cuernos de cabra, cuerpo con mucho bello y cola.
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