En Toledo, la ciudad que durante siglos acogió a cristianos, judíos y árabes, se encuentra el Real Colegio de Doncellas Nobles. Fue creado para acoger a jóvenes de pocos recursos, procedentes de la archidiócesis de Toledo y darles formación cristiana y humana, una idea revolucionaria para su época
Fue edificado y fundado en 1551 durante el reinado de Felipe II, y tuvo como patronos al arzobispo de Toledo y al propio Felipe II, que estableció su protección con estas palabras: "Por nos y por los reyes de Castilla, nuestros sucesores".
Un espacio de contrastes
Dentro de sus muros se puede experimentar el contraste entre la austeridad de su discreta sala de visitas y el carácter noble de estancias como su salón rectoral, que cuenta con tapices de la Real Fábrica, espejos barrocos, un riquísimo artesonado y un lienzo del fundador, el cardenal arzobispo de Toledo, Juan Martínez Silíceo. En su memoria fue realizado por Ricardo Bellver y Ramón el mausoleo que ocupa la nave central de la iglesia.
Aunque se conserva el relieve de Juan Bautista Vázquez el Viejo sobre la portada principal, el edificio actual es del siglo XVIII, en parte realizado por José Hernández Sierra en 1757-68 y en parte por Ventura Rodríguez en 1775-87.
El auge de la institución a finales del siglo XIX dio lugar a una ampliación con un edificio adjunto levantado en 1900-1903 por Santiago Castellanos, propiedad de la Junta de Castilla-La Mancha desde 1990.
El Real Colegio funcionó con los estatutos originales hasta 1988, considerándosele uno de los mejores colegios en Europa. A principios de los años 90, el edificio se adaptó para convertirse en residencia universitaria, lo que mantiene ese ambiente colegial que le acompañó a lo largo de los siglos.
Comentarios
Publicar un comentario