Patrimonio Nacional, el Palacio Real y los Jardines del Moro


El Palacio Real de Madrid es el más grande de Europa Occidental y uno de los más grandes del mundo. Sus más de 135 000 metros cuadrados y 3.418 habitaciones han sido testigos de siglos de la historia de España. Es una de las pocas residencias oficiales de Jefes de Estado que está abierta al público. Casi 2 millones de visitantes vienen cada año a descubrir sus rincones, sus obras de arte y sus tesoros únicos en el mundo





Una de las pocas residencias oficiales de Jefes de Estado abiertas al público


El Palacio Real, hoy

El Palacio Real de Madrid, como todos los Reales Sitios que gestiona Patrimonio Nacional, son utilizados de forma habitual SS.MM. los Reyes de España para sus audiencias y actos oficiales. Además, el Palacio Real de Madrid, el más grande de Europa Occidental, continúa siendo la residencia oficial del Rey de España, siendo una de las pocas residencias oficiales de Jefes de Estado que está abierta al público, lo que hace que el Palacio esté vivo ya que en él se organizan actos oficiales, el cambio de guardia y decenas de actividades protagonizadas por los visitantes.

 

Del Alcázar medieval al Palacio Real

El Palacio Real data del siglo XVIII pero en realidad se asienta sobre el solar del antiguo Alcázar de Madrid, fortaleza medieval convertida en palacio y que Felipe II convirtió desde 1561 en la residencia oficial de los reyes de España. El Alcázar, decorado con grandes obras de arte del siglo de oro español fue destruido por un incendio en la Nochebuena de 1734. Cuenta la leyenda que miembros de la corte de Felipe V, de origen francés, provocó el incendio para poder construir un Palacio de estilo francés o versallesco. Pero se trata de eso, de una leyenda.

Para la ingente tarea el Rey Felipe V, mandó llamar al mejor arquitecto europeo de su tiempo, Filippo Juvarra, quien no pudo ver su obra terminada, algo muy común en la época, ya que las obras duraban muchos años. Fue su discípulo Giambattista Sacchetti quien se encargó de realizar una adaptación de su ambicioso proyecto. Todo el edificio está formado por bóvedas sin madera en la estructura, lo que hacía que se garantizase la supervivencia de gran parte del Palacio en caso de incendio, y con muchas plantas, para que tuvieran cabida todas las oficinas del gobierno, los oficios de la Real Casa y los servidores. Se trataba de un edificio hecho para albergar el poder absoluto.

La primera piedra se puso en 1738 y la construcción no se acabó hasta 1751, aunque hasta 1759 se prosiguió con la decoración escultórica del entorno como de las “obras exteriores”, siempre bajo la dirección de Sacchetti, que supervisó con celoso mimo todo el proyecto de principio a fin. Sin embargo, la realización de su proyecto se vio alterada por Francisco Sabatini, arquitecto de Carlos III, el primer monarca que habitó en el Palacio Real donde se instaló en 1764.


Carlos III y la Primera Corte en Palacio

Es bajo el reinado de Carlos III que el Palacio Real de Madrid vive su mayor esplendor de estilo italiano con la llegada de los pintores de mayor fama por aquel entonces para la decoración de su residencia: el veneciano Giambattista Tiepolo y el alemán, de formación romana, Antonio

Rafael Mengs, su primer pintor de cámara. La sucesión de frescos pintados por estos maestros en las principales salas constituye una de las características más importantes de esta residencia donde tanto Carlos III como su hijo Carlos IV vivían solo ocho semanas al año: en diciembre, Semana Santa y parte de julio. Ya que el resto del año vivían en los demás Palacios de la Corona: El Escorial, Aranjuez y La Granja.

 

Los tesoros del Palacio Real

El estilo del Palacio se configura a partir de los gustos de los monarcas que lo habitaron.

El cuarto del rey Carlos III, que abarca los aposentos del Rey Ilustrado y uno de los más importantes para la ciudad de Madrid, conserva toda la decoración dirigida por Sabatini, uniforme en toda la planta principal.

El Salón del Trono y la Cámara llamada de Gasparini constituyen los conjuntos más representativos del gusto de Carlos III, apegado al estilo rococó en su versión italiana más exuberante. A Carlos IV se deben importantes conjuntos neoclásicos y piezas de mobiliario francés y a Fernando VII, la apabullante colección de arañas francesas en bronce y cristal. La última renovación decorativa a la que responde el estado histórico actual de la decoración se debe a Alfonso XII en 1879.

A lo largo de la fachada de Oriente se extienden los aposentos de Carlos IV y María Luisa, donde han habitado los sucesivos soberanos hasta 1931.

La Real Armería, la más importante colección europea junto con la de Viena, ambas debidas a los Habsburgo, fue instalada junto al Alcázar por Felipe II y transferida al pabellón actual en 1891. Sin duda es uno de los tesoros mejor guardados y de las salas más visitadas.

 

Los jardines del Campo del Moro

Conocido popularmente como “Campo del Moro”, se trata del Parque adyacente al palacio, creado por Felipe II cuando terminó el Alcázar e instaló la Corte en Madrid. Durante la construcción del Palacio Real en el siglo XVIII se idearon varios proyectos para sus jardines. José Napoleón mostró especial atención por este parque –ya que no podía desplazarse a los Reales Sitios- y encargó a Juan de Villanueva ordenar el jardín con paseos arbolados y unirlo a la Casa de Campo mediante un túnel y un puente, esté realizado ya por Isidro González Velázquez bajo Fernando VII.

Muy descuidado durante el Sexenio revolucionario, la reina regente María Cristina de Habsburgo encargó a Ramón Oliva una reforma de tipo paisajista con paseos de trazado curvo que, ligeramente modificada tras la Guerra Civil, constituye el actual jardín histórico, uno de los rincones más especiales de la ciudad de Madrid y el lugar ideal para finalizar la visita al Palacio, a la sombra de los árboles y tomando algo en la terraza.

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