Barrio del Arenal sevillano, monte del Baratillo; albero y arte, nobleza y cultura. Siglo XVIII, una cédula Real bajo rúbrica de Felipe V a fecha del 2 de junio de 1730 le otorga el título de Real a la Maestranza de Caballería de Sevilla, que desde entonces se practicaba en ella el arte de la tauromaquia. Finalizada su elegante y sobria construcción en el siglo XIX para rendir tributo a las bellas artes del toreo a pie y a caballo.
Plaza de Toros de Sevilla; legado histórico cultural propiedad en la actualidad de la acuñada organización nobiliaria Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Asociación de ilustres titulados de la nobleza española que vela por la difusión y el interés histórico -cultural desde 1670.
Por ella pasaron las cátedras de tan sublime cultura; Ángel Peralta, Joselito el Gallo, Juan Belmonte, Cayetano Ordoñez, Manolete, Rafael Gómez "El Gallo", José María Manzanares... Del albero a la Puerta del Príncipe; volandas del capote, aromas de bravura, elegante seda, noble percal... El traje brilla al son del paso de las manoletinas, y entre las riendas del caballo un sombrero reluce de doma.
La madera se abre; cárdeno, meano, astifino y bonita cara... ojo perdiz, bragado, calcetero... Encaste, sangre, pureza, bravura. Ganado de lidia para tardes de arte, incertidumbre y gloria. Vecino y paisano sevillano ya lo expresa en su más elegante literatura, «las tauromaquias antiguas tienen mucha más pureza porque no existía en quererse poner bonito, esa cosa tan compuesta que muchas veces se realiza. Era más práctico, más campero, más sencillo, y en esa sencillez nacía más el arte», José Antonio Morante de La Puebla
Un coso que se engalana de la más soberbia brillantez de los festejos taurinos de todos los tiempos; Feria de Abril, arte y aguas mil a comienzos de primavera. Que bonito cuando me dijeron... Un caballo y un clavel, tauromaquia en elegante y dulce vergel.
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