Media veda; tórtolas y torcaces

Finalizada la temporada corcera, solo queda esperar a finales de agosto; aleteos incesantes que barruntan los cielos: Tórtolas y palomas torcaces, aves columbiformes. Ambas tienen un canto característico; mientras la tórtola arrulla de forma monótona y monocorde, la torcaz ulula similar al búho.


Los coches de campo rompen el silencio de las últimas horas de la noche, los monteros se preparan en los puestos antes del amanecer. Son las 8 de la mañana, el cantar de las aves es un espectáculo natural; las nocturnas y las diurnas se pasan el relevo... De repente viene el silencio... a lo lejos un bando de torcaces y... en un abrir y cerrar de ojos... La tórtola: vista de lince, velocidad vertiginosa y quiebros en el aire; la princesa de los vientos se abre paso entre jaras, olivos, almendros... Mientras que la tórtola entra por la derecha, la torcaz lo hace por la izquierda.

De plumaje pardo, la tórtola presenta pequeños tonos grisáceos y marrones, pecho color vino y canela en el borde de las plumas. La torcaz, de mayor envergadura, nos muestra también un plumaje gris, azulado en la cabeza y con notas pardas distribuidas en partes inferiores.


Una escopeta antigua de perrillos, madera noble, 12 milímetros...; Guisasola con la que aprendieron nuestros antecesores. Cartuchos pequeños pero fulminantes. Apretado el gatillo los plomos se abren; el abanico de posibilidades para uno de los trofeos más gastronómicos de la caza menor. Vinos jóvenes con aromas de sotobosque y de frutos rojos; el mejor acompañante en la mesa después de una jornada cinegética. 


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