Un mes hace de la berrea del venado, apenas quince días de la ronca del gamo... Plena temporada montera y... el viento hace eco; ahí están, las que se emparejan de por vida y cuyo cortejo es de espectacular exhibición: las grullas. En el silencio del cielo, cuando solo se oye el corretear del viento mientras jóvenes agricultores plantan centenares de olivos en plena dehesa castellana. A lo lejos se oye un trompeteo; la traquea más hermosa de los vientos.
La grulla, símbolo antiguo de la prudencia y vigilancia, que con respeto, surca los cielos bajo el manto del bosque mediterráneo. Singular sonido, sutil belleza que planea ante atentas miradas; Se deja escuchar, se deja ver... primera migración de Norte a Sur, trasiegos al anochecer y amanecer; cuando la grulla migra al sur, el olivo abre su abanico; la aceituna, pequeño manjar que da nombre al oro de la vida, el aceite.
Vibra, escucha, disfruta... Al mal tiempo buena cara; siente el trompeteo del otoño, experimenta la esencia natural.
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