Disfrutando... El lagar de Isilla


Coger una copa, saber que tienes a una persona muy especial en frente. Se cruzan las miradas; de repente se cierran los ojos y chocan los cristales... El brindis más esperado, con la persona que realmente te llena, disfrutando un auténtico Ribera del Duero.  Porque en sus ojos se reflejan los taninos, porque en su sonrisa se transmite la verdadera dulzura.

Huele, ¿a qué te recuerda? momentos inéditos, el placer de degustar el arte en dos versiones; la perfección de la felicidad y la joya del vino por excelencia de Aranda de Duero. Sácame aromas... eres la princesa del perfume.

Y después de una crianza de 5 meses en barrica de roble americano y francés...




Capa alta, limpidez, excelente color cereza intenso, ribete de singular belleza cromática. Al traspasar la barrera... maderas balsámicas, especias en las que el enebro y el romero entran en juego, canela; cierto carácter de vainilla con un sutil retro gusto dulce. Picantón, enamoradizo, frutos rojos silvestres... características intrínsecas de la variedad Tempranillo - uva tinta por excelencia -; y el carácter de Cabernet Sauvignon. Notas de mora, grosellas, frambuesa silvestre, recuerdo a humus. En su fondo la madera del tilo y un suave toque a pistacho se esbozan de forma suave. Taninos muy maduros que en boca se hacen agradables, paso largo, envolvente. Un maridaje perfecto para los pescados azules, carnes rojas y arroces muy elaborados.


Y las copas vuelven a encontrarse. Tintinean hasta brindar, a seguir disfrutando de la vida con la mejor compañía


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