Puerta... Perera; triunfal salida en la de Otoño


Y las hojas apenas se desvanecen; corren tiempos de cambio. La naturaleza se asombra adaptándose a una nueva era, donde el sol sigue apareciendo por el ocaso. A lo lejos, en la umbría de la dehesa, Caracorta y Tanguistero bajo el hierro de Puerto de San Lorenzo ansían la puerta grande. Se acerca, mirada cómplice, temple... manoletinas al viento, firmeza en el albero. Volandas del capote y muleta redonda para el maestro pacense natural de Puebla del Prior.

Destellos de oro, el broche perfecto para la penúltima de la Feria de Otoño. Miguel Ángel Perera; soberbia tarde, sentimiento al toro, orgullo a la bandera... la cita perfecta para lágrimas de amor y coraje de Cepeda. Dos astados, negro bragado meano y negro. Capotazos en el tercio de banderillas y perfecta estocada para cuajar una tarde gloriosa. Y el arte brota entre el traje y la arena. El noble granito de la Catedral del toreo abre la ocasión, la afición lo aclama, la presidencia lo confirma...


Plumas de seda blanca; estrellas del firmamento... del albero a la madera. Y las dos hojas del otoño se separan para abrir paso al maestro Perera; nombre propio de arte y cultura en una terna para la historia. La Monumental de Las Ventas, y portando la libertad española de grana y oro su mano toca la cumbre del más absoluto triunfo de la Puerta Grande.


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