El corzo y sus singularidades

Capreolus Capreolus; nomenclatura latina. Duende... el alma ibérica. Y en los albores de la temporada corcera... dos esbeltas y singulares cuernas se asoman entre el jaral y el canchal. De nombre corzo, apellido curioso, pasión montera; identidad serrana.

Pasados casi dos meses del fin de la tradicional montería española, da comienzo un nuevo reto; la búsqueda del duende, el rececho de los enamorados. "Un encuentro entre dos almas, y cuando se cruzan dos miradas... No hay recelo sino pasión, tan solo dos metros nos separan, y su eterno silencio es garante de un lance sin palabras; solo un gesto de cariño por acercarnos... y en un abrir y cerrar de ojos, me brindas tu alma como trofeo después de una jornada de búsqueda al dulce duende que campea por el olivar"


Pero del corzo hay dos esencias en el mismo alma; la peluca y la morisca, Norte y Sur. Y a falta de conversos, una correa es decisiva para aportar la rareza hecha belleza.




Corzo morisco
El corzo morisco. Flamante cérvido que recorre los parajes más inhóspitos de las serranías de Jaén, Córdoba, Sevilla y Cádiz. Territorial, resbaladizo; corzo morisco. Subespecie del Capreolus Capreolus más adaptado al medio y silencioso. Sutilmente menos pardo, esbozando una cuerna apenas más abierta, formando una singular corona de astas triangular.

La peluca del corzo
Dando un salto corcero en la península... nos situamos en la meseta y serranías castellanas del Norte. Y nuestro duende se pone el sombrero, la peluca. Un galán diurno que esboza su particular ladrido en las últimas horas de la tarde Un animal muy territorial; corzo ibérico. En óptimas condiciones demográficas, un corzo requiere de 50 hectáreas como territorio propio de su ecosistema de vida, pero es en muchos casos en tierras del norte de España en las que se observan en parajes de 1.000 hectáreas más de 50 ejemplares. Y entre la soriana Sierra de la Demanda y La Alcarria... las luchas de los machos en gran densidad demográfica hay más dominación del territorio, produciéndose peleas entre ellos pinchando con sus cuernas los cuartos traseros del contrincante territorial desgarrando un testículo. Esa pérdida de parte del aparato reproductor también denominado monorquidia, produce que el corzo eche las cuernas pero no llegue a descorrear al 100%. La falta de hormonas le produce escasa fortaleza en el descorreo de las cuernas, llegándose a formar una protuberancia como cuerna única en forma de peluca.




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