Uno de los productos más exquisitos de la gastronomía española; una auténtica aventura y de labor encomiable para su captura. Costa gallega, uno de los lugares más bellos e inhóspitos para poder apreciar en el plato uno de los mariscos más codiciados de nuestra península. Los percebes, que adheridos a la roca, estos crustáceos de la familia Pollicipedidae tiene la singularidad de crecer en las rocas batidas por el oleaje en los momentos de plea mar.
Y son ellos, los auténticos protagonistas de esta gran velada culinaria; percebeiros, o comúnmente denominados en lengua gallega Os Percebeiros. Jugándose la vida diariamente, la profesión del percebeiro bien se puede definir más como la inédita pasión por el mar y sus encantos gastronómicos, utilizando para ello una raspa o raspeta para desprenderlo de las rocas. Una auténtica frontera entre el valor y el miedo por un bocado de mar, tal como enuncia el corto cinematográfico dirigido por David Beriain. Los hombres del mar, que se baten a duelo con la mayor fuerza de la bravía naturaleza en el que una ola está repleta de sentimientos y emociones.
Este crustáceo, alimentado por filtración marina debido a su carencia de extremidades, tiene la capacidad intrínseca de quedarse completamente inmóvil y pegado a la roca, siendo muchas de las veces, una auténtica proeza su captura. Los percebes, una fuente inagotable de proteínas, vitaminas y minerales; Calcio, Hierro, Zinc, Sodio y Potasio, que junto con la vitamina A, B3, B12 y E, beneficia a nuestro organismo regulando el metabolismo y el funcionamiento celular. Mantiene una óptima tensión y salud ocular así como de la epidermis, así como su capacidad para mejorar problemas nerviosos. Su importante contenido en Yodo regula el colesterol, además de ayudar al fortalecimiento del cabello.
Una gastronomía rica en salud y dietética; cuya preparación en cocción es un bocado gallego de gran riqueza cultural y de tradición culinaria
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