Pureza montera, rehalas en jaque, senderos de gloria... lances de emoción. Y en la espesura del monte, en la linde entre Toledo y Ciudad Real ocurre la magia. Incesante lluvia; piaras que corretean, venados que coletean... De repente, flora y fauna callan al unísono. La niebla aparece en escena. Entre nubes y claros, la umbría protagoniza su carácter frío.
Al abrigo de un chaparro, el monte se pone el velo; - niebla que te ví. Un camino, encina y jara. En un pequeño risco, el cortado cobija al maestro de ceremonia. Elegante, diminuto, quebradizo, curioso. El duende se apodera del momento, la magia encumbra la mirada más serrana. Y entre el puesto y el sendero, el corzo realiza su inquietante mirada.
Jabalíes y venados,
lances esperados.
rehalas, lance,
en el chaparro el mejor romance.
Niebla en escena,
en los valles del Estena.
Umbría y magia,
pasión montera se contagia.
Entre la encina y la jara,
el duende se pone la tiara.
Salta, brinca,
campea por la finca.
La niebla no cesa,
el corzo la tierra besa.
Y entre la cuerda y el camino,
disfruto de tu reino.
Montería y adrenalina...
¡Tú eres mi pila alcalina!
Mi corcito se aleja
para brindarme un cochino entre ceja y ceja.
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