El gran rosado a examen gastro entre Francia y España; Dom Pèrignon Rosé 2006



Redacción |

Adentrarse en Dom Pèrignon es redescubrir la historia, palpar el pasado... disfrutar del legado de las burbujas


Dom Pierre Pèrignon, abad benedictino, quien marcó un antes y un después en los santuarios de espumosos. Fue él quien descubrió el motivo por el cual las botellas estallaban las botellas. Aplicando el uso del corcho para la paciencia en botellas... y surgió la magia.

Sinónimo de elegancia, conversar de Dom Pèrignon es regresar al origen para hacernos vivir con plenitud la identidad del champagne con nombre propio.

Notas sutiles a ralladura de naranja, fondo aromático que se traduce en un retrogusto evolucionado a una suave melosidad... Dom Pèrignon Rosé es la visión más vanguardista de este santuario por excelencia. Toques afrutados, y versiones aromáticas florales que mantienen su persistencia en el tiempo. Paciencia en copa sublime, que invita a un viaje por el valle francés del Marne, con su frescura y la sobriedad de la madera de roble francés. Elaborado a partir de los varietales de uva Pinot Noir y Chardonnay, confieren a este imponente champagne una espectacular confluencia de aromas, de los frutos rojos a la mineralidad, respectivamente.

Aromas, sabores... armonías; un abanico gastronómico que brinda la oportunidad a maridar con quesos semicurados, sardinilla en tosta crujiente de patata, incluso dar un salto gastronómico entre España y Francia, pudiendo disfrutar del confit de pato y los escargots a los embutidos como el jamón ibérico y una exquisita merluza en salsa verde.

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