El CEO de ARGATACA publica un poema con admiración y respeto al mundo del toro



Mucha es la actualidad que frente a la realidad y la situación de la pandemia de la Covid-19, hace de la tauromaquia el punto de inflexión entre cultura y sociedad. Pero poca es la información puramente cultural debido a la no celebración de festejos populares y taurinos en la geografía española así como en otros países


Como apoyo al mundo taurino al que le engloba la ganadería, agricultura, bellas artes, moda, hostelería y otras profesiones y oficios relacionados al sector, se publica el siguiente poema como una oda a la libertad cultural y de expresión, en el que el toro es el emblema indiscutible de la dehesa y la cultura.



Del patio al albero,
manoletinas de caballero.
El maestro se santigua;
cuadrillas ante el llanto de la Antigua.

¡Qué será el arte!
Plaza de baluarte.
Se abren las maderas,
mulillas y sus crineras.

Parece estar en silencio...
Veletas sin cansancio.
Tiene nobleza, trapío;
Humilla... es bravío.

Se llama toro,
astado con perfil de oro.
Y al timbre de Alamares,
la seda cambia por percales.

¡Es el Maestro!
Nuestro querido diestro.
Figura ensalzada,
de talla creada.

Y entre dedales,
la cultura y sus anales.
Ovillos creadores,
de auténticos triunfadores.

Humildes sastres
que engalana encastes.
Entre bordados y Caireles,
visten de gloria a sus fieles.

En un abrir y cerrar de ojos,
lomo de pardo rojo.
Listón, meano corrido,
al capote entra cumplido.

Haciendo el avión,
embiste como un ciclón.
De la dehesa vino;
bellas artes forjaron el camino.

¡Qué bonito! Vaya cara
Par de pitones que encara.
Quites de capote,
a la par del trote.

Vestido de luces;
la tarde seduce.
El oro refleja
tauromaquia compleja.

En el albero bonito trazo;
los machos dan un chispazo.
La piedra se vuelve humana;
aplaude al Maestro de grana.

Pañuelos de seda,
se abre la veda;
torería demostrada,
afición armada.

¡Se abre la puerta!
Tan grande como cierta.
La afición aclama,
el Maestro proclama.

Tocó el cielo,
a la abrigo del pañuelo. 
De grana y oro,
su público, preciado tesoro.


- Ignacio Isidoro Benítez -

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