El 23 de noviembre de 2021 se cumplió el octavo centenario del nacimiento de un rey singular, el único que la posteridad quiso apodar “el Sabio”: Alfonso X (1221-1284), rey de Castilla y León. Con motivo de esa conmemoración, la Biblioteca Nacional de España dedica esta exposición a los códices alfonsíes originales de su scriptorium que en ella se conservan y al recuerdo de la inmensa producción escritural promovida por el rey Sabio, cuya majestuosa estatua acompaña hoy a todos los que suben sus escaleras buscando el conocimiento
Varios fueron los campos del saber que atrajeron el interés del rey Sabio y varias fueron las lenguas en que estos se expresaron. Tanto la elección de los unos como de las otras no tuvo lugar al azar sino en conexión con un amplio proyecto de reforma de su reino, para el que los libros actuaron como verdaderos puntales, y no como divertimentos culturales o añadidos marginales a la labor de gobierno. Todos los libros alfonsíes proclaman al rey como su autor, sin apenas mencionar a los sabios cristianos y judíos de que se rodeó para escribirlos, con el fin de que Alfonso X figurase como modelo de sabiduría ante sus súbditos y, con ello, cimentar una monarquía en cuya cabeza se situaban los reyes, que, en su visión, eran vicarios de Dios en la tierra.
Las áreas del saber abordadas por Alfonso X aspiraban a dominar los tres tiempos en que el hombre organiza el eje de su vida en la tierra -el presente, el pasado y el futuro-, así como el tiempo que le espera más allá de la muerte, la vida eterna. Es por ello que esta exposición se estructura en cuatro secciones tituladas “El derecho: la ordenación del presente”, “La historia: la enseñanza del pasado”, “La ciencia: el conocimiento del futuro”, y “El culto a la Virgen: el respaldo de la divinidad”.
En ella se muestran los cinco códices originales alfonsíes (o próximos a su taller) conservados en la Biblioteca Nacional: el Fuero real (1255), el Libro complido de los judizios de las estrellas (h.1254), el Libro de las cruzes (1259), la primera parte de la Grande e general estoria (h. 1270) y la primera versión de las Cantigas de Santa María (h. 1270). Además, pueden contemplarse lujosas copias de otras obras compuestas por orden del rey Sabio, como la del tratado astrológico sobre las constelaciones llamado Libro de las figuras de las estrellas fixas, con decoración renacentista, o la de las Siete Partidas que perteneció a los Reyes Católicos.
Como hijo modélico de su época, Alfonso el Sabio aplicó a todos sus libros los principios de la exhaustividad y la claridad. Esas dos características explican la enorme extensión de la producción alfonsí y aclaran que, en decisión revolucionaria, se adoptara la lengua romance para toda ella, bien el castellano -en el derecho, la historia la ciencia-, bien el gallego -en su colección de poemas a la Virgen-.Si bien el rey Sabio no prescindió totalmente del latín para la difusión internacional de los tratados astrológicos, es en la ciencia donde la excepcionalidad de la obra alfonsí se hace más acusada en su contexto europeo, ámbito en que el latín se mantuvo con vitalidad en Europa hasta bien entrada la Edad Moderna. En la muestra se exhibirán una veintena de obras propiedad de la BNE.
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