La exposición que ha tenido lugar en la Biblioteca Regional de Madrid Joaquín Leguina, ha reunido fotografías, correspondencia, guiones originales (muchos de los cuales se exponen por primera vez), así como carteles, fotocromos y material promocional de las películas y obras de teatro que indagan en la relación de Delibes con la gran pantalla y los escenarios
Delibes fue toda su vida un espectador entusiasta que iba al cine o al teatro al menos un par de veces por semana y a quien siempre atrajo ese ambiente de intimidad que se crea en las salas. Pero, fue a partir de su ingreso en El Norte de Castilla, cuando profesionalizó sus visitas al cine y empezó a publicar en el periódico reseñas y breves comentarios en los que buscaba orientar a los lectores.
Muchas de estas reseñas iban acompañadas de caricaturas de las que también se encargaba él, decenas de caricaturas de actores y actrices del Hollywood dorado como Joan Fontaine, Cary Grant o Spencer Tracy, que ahorraban al periódico tener que pagar por las fotografías.
Delibes tenía debilidad por el cine y quería pertenecer a ese grupo, a esa familia de locos que iban por ahí con trípodes, gorrillas, lámparas y cámaras. Le volvía loco ese lenguaje, ese proceso que se iniciaba en una máquina de escribir y acababa en la fascinación de la gran pantalla.
Su lenguaje literario es gráfico, sus textos son verdaderos guiones, era un arquitecto de emociones, cuyos personajes estaban dibujados casi expresamente para el cine. Pensaba, vivía y sentía sus cuentos, sus relatos, sus historias en clave fílmica, las vivía como secuencias del séptimo arte.
El cine de Miguel Delibes es eterno, vigente e infinito porque habla de temas universales y humanistas. Desvela la derrota de la organización social, la soledad del ser humano, la impotencia de resolver el misterio de la vida y de la muerte, la injusticia endémica social y universal.
Delibes, a pesar de no haber escrito nunca teatro porque se sentía coartado con las limitaciones de tiempo y espacio que impone el espacio teatral, firmó, bien en solitario o en colaboración, todas las adaptaciones teatrales de sus novelas.
En 1979 se estrenó la versión teatral de Cinco horas con Mario, dirigida por Josefina Molina e interpretada por Lola Herrera. La hora roja se estrenó en 1986. En 1989 se estrenó la obra Las guerras de nuestros antepasados, adaptación de la novela homónima.
Señora de rojo sobre fondo gris se estrenó en 2018, con José Sacristán como protagonista. Publicada originalmente en 1991, fue una de las novelas que más tiempo y esfuerzo requirió a Miguel Delibes. La historia le resultaba demasiado cercana, reciente todavía, para verla en un escenario o en una película, de modo que siempre se mostró reacio a que se representara. Fueron sus hijos quienes, ya fallecido él, autorizaron la puesta en escena de la obra.
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