El Monasterio de las Descalzas Reales, en pleno corazón de Madrid, constituye un espacio de culto y tranquilidad donde el visitante puede observar el contraste con el bullicio de la capital. Fue voluntad de su fundadora, Juana de Austria (1535-1573), hija menor del Emperador Carlos V y princesa de Portugal, convertir el palacio en el que ella misma nació, y que pertenecía al tesorero de su padre, en un monasterio de monjas clarisas. En él instaló sus aposentos tras su regreso de Portugal, y en la capilla que ocupa el mismo espacio en el que vino al mundo descansa su cuerpo
Un espacio único para evocar a los Austrias españoles de los siglos XVI y XVII
El Monasterio ha sido catalogado como Bien de Interés Cultural, obteniendo además la distinción de Museo Europeo del año 1987. La comunidad religiosa de clarisas franciscanas que lo habita llegó en 1559, y popularmente se las conoce como las Descalzas Reales, denominación que se debe a que calzan unas sencillas sandalias en cualquier época del año.
El edificio, que Juana de Austria no pudo ver finalizado debido a su temprana muerte, reúne las características del palacio plateresco castellano, con columnas de mármol de Génova en los patios, y salones decorados con azulejos y yeserías en la tradición morisca, pero con formas ya del Renacimiento. La sobria fachada del Monasterio hace difícil adivinar la riqueza que atesora el interior del edificio, repleto de pinturas murales, cuadros, belenes, relicarios y tapices, entre muchas obras de arte, que componen su fascinante historia. La Escalera Principal de la casa-palacio originaria es una de las piezas más relevantes, con decoración realizada con pinturas murales de los siglos XVI y XVII.
Además, Princesas e infantas solían pasar temporadas en el llamado “Cuarto Real”, donde vivió y murió la emperatriz María y se educó Isabel Clara Eugenia (1566-1633), hija de Felipe II, que posteriormente regaló al convento la famosa serie de tapices de Rubens sobre la Eucaristía, destinada a alhajar la iglesia y el claustro de capellanes, entre los que se encontraba el compositor renacentista Tomás Luis de Victoria, maestro de capilla de esta casa y de la Emperatriz María.
La visita al Monasterio nos permite sumergirnos en relevantes aspectos de la historia de España y de Europa, y disfrutar de un espacio excepcional, por su fuerte vínculo con la Casa de Austria.
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