Una iglesia, claustros, capillas y jardines forman un excepcional ejemplo del arte mudéjar en este conjunto monástico románico. Entre batalla y batalla contra los almohades, aquí se nombraba caballeros a futuros reyes, se les coronaba y también se les enterraba. Se trata del Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas
Es el principal monasterio cisterciense femenino en España y cabeza de todos los que se implantaron en la corona de Castilla
En el paraje burgalés de Huelgas del Rey, lugar de paso ineludible en el Camino de Santiago, fue fundado en el año 1187 por Alfonso VIII y la reina doña Leonor el monasterio de Santa María la Real. Se trata del principal monasterio cisterciense femenino en España y cabeza de todos los que se implantaron en la corona de Castilla.
La primera abadesa de las Huelgas fue un claro ejemplo de la riqueza y privilegios concedidos a este monasterio; tenía jurisdicción eclesiástica, civil y criminal sobre más de 50 villas cercanas y sólo obedecía al papa. Su elevada jerarquía se evidenciaba en un tocado especial parecido a una mitra; ésta y el báculo la asemejaban a un obispo femenino.
Mezcla de estilos artísticos
Los reyes fundadores levantaron un monasterio con iglesia mudéjar, parcialmente conservada en la actual capilla de la Asunción, de estilo almohade, junto al cual contrasta el claustro románico conocido como “las Claustrillas”. Consta de 12 arcos por lado apoyados en columnas dobles, típicas de este estilo, con capiteles con motivos vegetales y castilletes.
Fue en el primer tercio del siglo XIII cuando se llevó a cabo la construcción del monasterio gótico definitivo, en la sobria arquitectura característica de la orden cisterciense con gran iglesia de muros reforzados, claustro y dependencias entorno a éste, entre las que destaca la sala capitular.
Museo de las Telas Medievales
Uno de los grandes atractivos de este monasterio lo podemos encontrar en la cilla o granero monacal. Se trata del Museo de Telas Medievales, que nos permite retroceder en el tiempo y revivir momentos épicos con joyas tan valiosas como los preciosos textiles medievales, exhumados y estudiados en el siglo XX o el auténtico pendón de las Navas de Tolosa, la batalla que en 1212 supuso el declive del dominio musulmán en la península ibérica, significando sin lugar a duda la victoria más importante de la Reconquista.
De hecho, el silencio de los patios se rompe cada año con la fiesta del Curpillos, un Corpus Christi menor, y en cuya procesión se lleva una copia del pendón que acompañaba a las tropas cristianas en las Navas de Tolosa.
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