Patrimonio Nacional, Real Monasterio de Santa Clara de Tordesillas


A orillas del Duero se alza el monasterio de Santa Clara, uno de los mejores ejemplos de arte mudéjar de Castilla y León y una muestra de la admiración de los reyes cristianos por el lujo y sofisticación de la cultura andalusí. Su mezcla de románico y gótico, con los emblemas reales siempre presentes, provoca un impacto difícil de olvidar






La infanta doña Beatriz, hija del Rey Pedro I de Castilla, fundó en este palacio un convento de clarisas en 1363



El origen del Convento de Santa Clara

No se puede comenzar a describir el convento de Santa Clara de Tordesillas sin hacer especial mención a sus orígenes arquitectónicos, ya que se trata de un conglomerado de estilos comprendidos entre los siglos XII y XVIII.

El antiguo edificio, construido por Alfonso XI, tenía la estructura clásica de los palacios musulmanes, y sobre sus restos se construyó el palacio mudéjar donde nació Pedro I y vivió tras la superación de los conflictos dinásticos con su amante, María Padilla.

El rey Pedro en su testamento mandará a su hija Beatriz transformar el palacio en una morada de monjas clarisas, y en 1363, se fundará el convento de Santa Clara cumpliendo el deseo del rey.

Del palacio se conservan la portada, el vestíbulo, la capilla dorada y el patio de entrada. En la fachada están las dos llaves del paraíso en cerámica verde, símbolo árabe que se identificaba con la potestad de abrir y cerrar las puertas del cielo.

Junto a las llaves, hay dos lápidas con letras monacales en las que se describe la batalla del Salado; victoria por la cual se propició su construcción como homenaje. Hay que recordar que esta batalla supuso un triunfo muy importante para la Corona de Castilla, ya que le permitió tener bajo su control el Estrecho de Gibraltar y evitar así las invasiones procedentes de África.

Al visitar su patio árabe es posible imaginar a Alfonso XI planificando la conquista de Algeciras y otras cruzadas por tierras de Andalucía mientras paseaba entre sus arcos lobulados y de herradura.

 

Isabel de Castilla y Valladolid

Valladolid y su provincia fueron decisivas en la vida de Isabel la Católica. Allí se casó con Fernando II. Posteriormente, los reyes fijaron su residencia en Tordesillas y su muerte tuvo lugar a escasos kilómetros, en Medina del Campo. En el lecho de muerte dictó testamento nombrando heredera a su hija Juana, aunque ya se había establecido que, si no pudiera gobernar, heredaría el trono su esposo Fernando hasta que su nieto, el futuro Carlos V, fuera mayor de edad.

En el año 1494 los delegados reales de España y Portugal se reunieron en Tordesillas, en las llamadas Casas del Tratado, para firmar el acuerdo de los dominios de ultramar. El Tratado de Tordesillas resultó trascendental para la historia, ya que permitió el terreno de juego para lo que iba a ser una era de descubrimientos, siendo la primera vez que se pusieron fronteras al océano.

 

Paseando por el arte a través de los siglos

Acompañando al rey justiciero, nos sumergimos en la capilla dorada del convento, que nos recibe con sus arquerías ciegas sobre columnas con capiteles corintios y su cúpula almohade semiesférica, típica de las mezquitas, donde se hallaba el lugar reservado para las oraciones del califa.

Su coro largo, con sillería de nogal, fue la iglesia provisional hasta que se consagró el templo definitivo del convento.

La distribución de los baños árabes es la misma que en la Almudaina, y marcaba el orden de uso: cuarto templado, cálido y frío. Las bóvedas de cañón sustentadas por columnas y arcos de herradura, están iluminadas por tragaluces con forma de estrellas de ocho puntas que servían de respiraderos para evacuar los vapores.

La iglesia gótica del convento de Santa Clara de Tordesillas se construyó de nueva planta a mediados del siglo XV adosada al antiguo palacio. Su retablo del altar de la capilla mayor es de alabastro y se hizo en los últimos años de vida de Juana la Loca, presentando una representación gótica del Calvario.

La capilla de los Saldaña alberga uno de los conjuntos escultóricos góticos más importantes de su época, y en el presbiterio, el espacio que rodea el altar de la capilla mayor, se puede contemplar la espléndida cubierta de madera de cinco paños con el fondo ochavado, con riquísima lacería, dorados, policromías y cuatro piñas centrales. Se trata de una auténtica obra maestra del mudéjar castellano.

 

El Monasterio de las Clarisas

Este monasterio está consagrado a Santa Clara de Asís, que tuvo el valor de pedir a un asombrado papa el privilegio de la pobreza.

Detrás de su reja románica, la congregación de clausura de las clarisas ha contemplado desde el siglo XIV importantes momentos de la historia de España. Planificación de batallas en la Reconquista, luchas dinásticas, nacimientos, velatorios como el de Felipe el Hermoso organizados por Carlos V y también encarcelamientos de los traidores a la Corona.

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