Dícese del arte y la cultura, el binomio perfecto e inseparable; de hecho, el arte es cultura, y la cultura es aquella costumbre, uso o técnica que en su evolución histórica requiere de su estudio para su conocimiento y contemplación como arte
Editorial |
Hay conceptos que van más allá, que tienen un arte por técnica, conocimiento y destreza como visión cultural por quienes la interpretan como de los que la disfrutan y se emocionan. Pero... no son modas, pues aquello que es transmitido en generaciones se convierte en legado cultural, y conviene saber conservarlo, tanto para los que se declinan por ello como para quienes no se apoyan en sus teorías, de la misma manera que se hace con lo demás.
¿ a donde queremos llegar, honradamente? No se puede prohibir lo cotidiano ni permitir lo excéntrico; y si se considera lo último, preserve lo primero, pues el sentido común me dice que antes de hablar hay que estar informado. Para ambas partes. ¡Conversemos sobre toros y caza! Ambos son gestión ecológica de los ecosistemas, sin lugar a duda. Lo que no se puede hacer es desprestigiar prohibiendo para creerse más fuerte, no señor; la grandeza comienza siendo algo humildemente pequeño, como el toro y la caza.
Es más, me atrevería y me atrevo a decir, que ambos, el toro y la caza son medios ecológicos por excelencia que mantienen los recursos naturales de los ecosistemas. Ambos mantienen los pastos de la dehesa, indiscutiblemente de la labor medioambiental del vacuno, ovino, caprino...
Por un lado, el toro mantiene el equilibrio de la dehesa, además de ser un factor determinante del empleo directo en cuanto a ganadería en extensivo. Es más, su propia razón de ser en el marco de las Bellas Artes, contribuye de forma muy considerada el Producto Interior Bruto; de hecho, los espectáculos taurinos es un pilar fundamental del PIB, porque generan economía a otros sectores como la moda, gastronomía, alojamientos... Por otro lado, la caza es el arte de la venatoria. No sólo consiste en efectuar un disparo; en absoluto, desengáñense. Equipamiento específico, balística, moda, gastronomía, alojamiento, rehaleros, gestión de cotos y guardas... precintos administrativos!
Sería y es conveniente no presionar a un sector, pues otros sectores mermarían. Somos una cadena; esto no es cuestión de prohibir porque no me gusta o rechazar porque la vulnerabilidad de los niños... no! No inventen lo que no es y desmientan la historia. Porque por eso se llama memoria histórica, no por otra cosa; porque la memoria, cada cual cuenta lo que le parece, pero la historia es la que es. Para una conversación sana por mucho que haya discrepancias, que siempre las va a ver, pero para hablar, hay que estar documentado: porque no se puede hablar solo de disparos sin mencionar para que sirven los cortaderos, de la misma forma que conversar de estoque y no mencionar las bellas artes.
¿Y saben por qué? Porque el cortadero no es para ver los animales con más nitidez, no, para eso está la destreza y el visor, sino para evitar la propagación de incendios y que los animales tengan refugio natural en el monte dentro del propio ecosistema sin necesidad de producirse desplazamientos, pues cada animal tiene su propio territorio con características geomorfológicas diferentes a los de otras especies, aunque algunos compartan territorio con zonas delimitadas por la propia especie para una competencia equilibrada del medio.
Pero... ¿saben, realmente, por qué? Porque el toro no muere en la plaza de cualquier manera. Hay arte, técnica, destreza, conocimiento; pero, ante todo, en ese cara a cara de la misma forma que en el monte hay un ciervo, hay tiempo para observar su quietud, contemplar con temple la embestida, silencio, respeto, de corbata ante la muerte más digna y noble. Pero el toro no muere siempre, de la misma forma que a unos ejemplares se les deja desarrollar más su cornamenta. No es por estética, que también, pero eso es lo segundo; lo primordial es la indulgencia por su perseverancia, comportamiento, parsimonia, alargando la embestida...
Acuérdense de Cobradiezmos y de aquel venado de 20 primaveras. Efectivamente, ya no son los mismos, pero su esencia ha dejado marcada la dehesa y la Sierra para que ambas culturas sean arte; tauromaquia y venatoria. Si hay impulso, que lo hay, que sea para construir un futuro legando a nuestros hijos lo que fuimos capaces de hacer, no de actuar por impulso para legar a la carta lo que quisimos destruir.
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