Exposición en la Biblioteca Nacional de España "Incunabula: 550 años de la imprenta en España"


Con Incunabula, la Biblioteca Nacional de España conmemora los 550 años de la llegada a España de la imprenta, el invento de Gutenberg que introdujo la modernidad a mediados del siglo XV. A los libros realizados con el “nuevo arte maravilloso de escribir” desde su inicio hasta el 31 de diciembre de 1500, se les denomina incunables




La imprenta llega a España en 1472, año en que Juan Párix de Heidelberg instala su taller en Segovia a instancias de su obispo, Juan Arias Dávila. El primer libro salido de esta imprenta es el Sinodal de Aguilafuente, actas del sínodo celebrado en esta villa segoviana a principios de junio de 1472, siendo hasta el momento el primer libro impreso en España y en español. De este libro tan solo se conserva un ejemplar en el mundo en la Catedral de Segovia, que se expone en Incunabula.

Desde entonces los impresores se repartirán a lo largo de la nación. Así ocurrió con Barcelona, Valencia, Zaragoza, Sevilla y otras muchas localidades (hasta superar las 30), de las que se mostrarán sus primeros impresos, además de algunos de los incunables más significativos de 13 localidades de más de 20 tipógrafos.

La imprenta nace ante la necesidad de reproducir un texto en múltiples ejemplares con rapidez y precisión. Antes existió un intento de hacerlo mediante planchas de madera grabadas (libro xilográfico), pero estas había que realizarlas a mano y solo servían para un texto. Incunabula contará con un libro xilográfico, Biblia pauperum (c. 1440-1450), además de uno de los primeros incunables conservado en la Biblioteca Nacional de España, el Catholicon, de Johannes Balbus, impreso en 1460 en Maguncia y atribuido a Gutenberg.

Se muestran ejemplos de las tipografías utilizadas, redonda o romana, y gótica, además de la hebrea y con caracteres musicales como el primer libro con música Lux bella seu Artis cantus (Sevilla, 1492).

Si los primeros incunables emulan a los manuscritos como una forma de acercarse al lector de aquel momento, también la ilustración se presentará con iniciales y orlas similares a las que aparecían en los manuscritos. Poco a poco irán incorporando grabados y otros adornos, de los que hay una buena selección en Incunabula, como el Fasciculum temporum (Sevilla, 1480), el primer libro español con grabados; o el mapamundi de la Cosmographia de Pomponio Mela (Salamanca, 1498).


Textos jurídicos, litúrgicos, médicos, literarios o la Gramática de Nebrija (Salamanca, 1492) cierran esta muestra con algunos ejemplos de los múltiples contenidos que estos primeros testimonios de la imprenta encerraron en sus páginas

Excepto el Sinodal de Aguilafuente, conservado en la Catedral de Segovia, el resto de los ejemplares procede de los fondos de la Biblioteca Nacional de España, dando muestra una vez más de la riqueza del patrimonio bibliográfico que atesora esta institución.

Se expondrán una veintena de obras, una selección de herramientas y materiales tipográficos, y la réplica de una imprenta del siglo XVII procedente de la Imprenta Municipal-Artes del Libro de Madrid.

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