Una exploración radical, la infinita generosidad del nuevo Dom Pérignon Rosé Vintage 2009


Dom Pérignon Rosé surgió del deseo de transgredir los límites de la creación y asumir riesgos. Sea de los primeros en explorar este nuevo ensamblaje radiante





Refleja un profundo impulso a cuestionarlo todo, abrazar el riesgo, experimentar libremente e ir siempre más allá. Dom Pérignon Rosé expresa el deseo atemporal de explorar el límite, aprovechando la fuerza bruta del rojo de la uva pinot noir en un ensamblaje radiante. Atemperado por una lenta y magistral transformación durante casi 12 años en bodega, Dom Pérignon Rosé es una vibrante encarnación tanto de la luz como de la oscuridad. Encarna la dedicación a la creación como exploración radical de nuevas posibilidades.


Una madurez sublime

En 2009, el invierno empezó siendo especialmente duro. En la región de Champagne nevó intermitentemente y se registraron temperaturas bajas de manera prolongada. La primavera fue cálida, aunque lluviosa. El clima no favorecía la floración, y el mildiu amenazaba las vides.
 
Aunque se produjeron algunos períodos de tormentas que suscitaron cierta preocupación por la salud de las vides, el verano fue predominantemente soleado, sobre todo en agosto. Durante cinco semanas consecutivas, hizo calor y el clima fue seco y muy soleado. El 4 de septiembre una tormenta de granizo azotó los viñedos de Hautvillers, Verzenay y Chouilly. Sin embargo, el clima veraniego reapareció al día siguiente y las uvas continuaron madurando sin contratiempos.

La vendimia comenzó el 12 de septiembre con condiciones absolutamente magníficas. Las uvas estaban perfectamente sanas y maduras, como se percibe en una asombrosa expresión aromática que resulta sencillamente sublime.


La fruta en todo su esplendor 

Dom Pérignon Rosé Vintage 2009 cautiva por su carácter íntimo y tierno. Un vino intensamente vivo, la fruta de la vendimia en todo su esplendor.


Majestuosidad, madurez y riqueza

Tras las notas de rosa, aceite de naranja y azafrán que se aprecian fugazmente, el buqué adquiere una mayor calidez y se perciben predominantemente los frutos rojos —frambuesa y cereza— que desembocan en toques más oscuros, de higos y grosella negra. Finalmente, logra imponerse el dulzor, con notas de pan de jengibre y regaliz.

La fruta es majestuosa, madura, carnosa y profunda. Tras una primera sensación en boca notablemente suave y redonda, el vino se asienta en el paladar cubriéndolo con una especie de caricia íntima e intensa. Un poder contenido; con la coherencia como impresión predominante. Las sensaciones, sápidas, convergen y persisten, manteniendo vivo el recuerdo de su impronta táctil.

Dom Pérignon Rosé 2009 es radiante, expresa toda la majestuosidad, redondez, riqueza y generosidad de la fruta. El vino capta todos los matices aromáticos de la pinot noir —frambuesa, higo, fresa y cereza—, intensificados por la delicadeza, la elegancia mineral y las notas ligeras de la chardonnay. 
Al maridarlo con productos vegetales o yodados —pez araña, erizo de mar, hojas de nabo, zumaque o alcachofas—, se aprecia a la perfección la dualidad del vino, que manifiesta todos sus matices aromáticos.
Algunos ingredientes, como el erizo de mar, la panceta, la col rizada o el chile, revelan las líneas del vino: su acidez y estructura tánica, ocultas tras la fruta. 

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