Según cuenta la leyenda, una paloma guio hasta allí a Saint Nivard, que paseaba por las colinas, alrededor del año 650. Tras poder descansar finalmente bajo una haya, Saint Nivard, guiado por el misterioso vuelo del pájaro, en el que reconoció la voluntad divina de Dios, decidió fundar la abadía de Hautvillers en ese lugar
Fundada en el siglo VII y ubicada en plena región de Champagne, la abadía de Hautvillers domina un valle esculpido por la naturaleza a modo de anfiteatro, donde florecen los viñedos. En la actualidad, la belleza serena y austera de la abadía se mantiene como una perpetua fuente de inspiración para la Maison.
En 1668, Dom Pierre Pérignon, un monje benedictino, aceptó el cargo de procurador de la abadía de Hautvillers.
En una época en la que para todo se seguían métodos empíricos, Dom Pierre Pérignon desarrolló técnicas revolucionarias para la viticultura y la elaboración de vino basadas en reglas precisas. El padre Pérignon modernizó la abadía, recuperó el viñedo y se dispuso a elaborar «el mejor vino del mundo».
El «vino del padre Pérignon» se convirtió en uno de los más codiciados de Francia. Se servía en Versalles y lo disfrutaba nada menos que Louis XIV. Guiado por su afán creativo de «hacer el mejor vino del mundo», Dom Pierre Pérignon dedicó su vida a perfeccionar el cultivo de las viñas y las técnicas de vitivinicultura.
A partir de 1668, Dom Pierre Pérignon da fama a la abadía creando un vino extraordinario. Incluso hoy en día, pese al paso de los siglos, su labor en Hautvillers sigue orientando la visión creativa de todos los Vintages de Dom Pérignon. Su visión, muy acertada, revolucionó la vitivinicultura con estándares que aún forman parte de los champagnes actuales.
La abadía de Hautvillers se sitúa en uno de los puntos más bonitos de la región de Champagne, dominando el valle y rodeada por un anfiteatro de colinas cubiertas de viñedos. La belleza serena y austera de la abadía y su legado espiritual continúan inspirando la visión creativa de Dom Pérignon aún hoy.
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