El Corpus Christi de Toledo también tiene su rincón histórico en Puy du Fou


Entre las festividades más emblemáticas del calendario español, el Corpus Christi brilla con luz propia por su riqueza histórica y su valor artístico. Esta celebración, que tiene lugar a comienzos de junio, se vive especialmente en Toledo, donde el Corpus Christi mantiene una tradición medieval que la convierte en una de las fiestas más antiguas de España






Durante estos días, el casco histórico toledano se transforma en un escenario extraordinario. Las estrechas calles se visten de corpus: toldos de colores, tapices centenarios, guirnaldas florales y el aroma inconfundible del tomillo y el romero envuelven la ciudad en una atmósfera de solemnidad y belleza. 

El Corpus Christi es una festividad de carácter religioso que remonta sus orígenes al siglo XIII, cuando fue instituida por el Papa Urbano IV en 1264 mediante la bula Transiturus de hoc mundo, con el fin de honrar la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Esta celebración, se extendió rápidamente por Europa y alcanzó una gran importancia en España, donde se estableció como una tradición cargada de valor cultural.
Toledo, conocida como la ciudad de las tres culturas, vive el Corpus Christi como una celebración única y excepcional. Desde el siglo XV, la ciudad ha mantenido viva esta festividad, que no solo tiene un significado religioso, sino que también refleja su identidad cultural y social. 
Hoy, esta celebración está declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional, y atrae cada año a miles de visitantes que vienen a admirar el esplendor cultural que envuelve a esta ciudad única.


La custodia hecha con el primer Oro de América

En 1492, tras su primer viaje al Nuevo Mundo, Cristóbal Colón regresó a España con el primer oro descubierto en América. Como prueba tangible del descubrimiento del continente americano, este preciado metal fue entregado a Isabel I de Castilla, conocida como la reina Isabel la Católica.
A finales del siglo XV, este oro fue utilizado para confeccionar una custodia de mano. La obra fue encargada al renombrado maestro joyero catalán Almerique, quien la enriqueció con piedras preciosas y delicadas figuras esmaltadas. 

A principios del siglo XVI, el Cardenal Cisneros adquirió la custodia de mano y la donó a la Catedral Primada de Toledo. Posteriormente, el cabildo toledano encargó al orfebre Enrique de Arfe la creación de una nueva custodia monumental, diseñada para ser portada en las procesiones del Corpus Christi.

La Custodia de Arfe, construida entre 1515 y 1523, es una obra cumbre de la orfebrería renacentista española. Su complejidad técnica, su valor artístico y su simbolismo la han convertido en una de las joyas más admiradas del patrimonio español.

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